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PEDRO PAVEZ: “HAGO CANCIONES PORQUE NECESITO COMUNICARME CON OTROS Y CONMIGO MISMO”
Acaba de publicarse “Nada pasa en estas películas”, el segundo disco de Pavez y los Inseguros, una de las bandas icónicas de la movida porteña de la segunda parte de esta década. Agenciado por un autor y compositor que se resiste al juego del mercado, la música popular chilena, la de las canciones que construyen los imaginarios del futuro y no la de las ruedas de negocios, le abre un espacio para quedarse por años de años resonando con sus ideas sobre la memoria, la resiliencia personal y aquello que brilla pero no es oro.
Por Manuel Guerra C.
Pedro Pavez (40) se define como un amateur en la música y desdeña cierta epicidad de la que a veces se nutren las canciones. Sin embargo sus creaciones, junto a muchas otras, resuenan, interpelan, ponen los pelos de punta y uno diría, sin complejos, que cumplen un rol social.
Quizás sea ésta una disquisición de melómanos. De gente acostumbrada a escuchar música de forma solitaria, con audífonos y la luz apagada. La verdad es que es un ejercicio sanador y profundo. Por eso es tan bello encontrarse con discos como “Nada pasa en estas películas” de Pavez y Los Inseguros, que proponen una estética de lo cotidiano, sin grandes discursos políticos y por lo mismo absolutamente políticos. Además, hermosamente trabajados desde la composición hasta los arreglos y las gráficas.
Hay aquí una búsqueda, quizás hasta una porfía, por transitar del lado de la vereda de las memorias personales. Una certeza descreída sobre lo universal que resultan las introspecciones cuando se ponen en formato expresivo desde lo artístico.
No sé bien cuántos autores chilenos den, con la misma soltura y precisión, sobre esta misma tecla hoy. Perdona, Pedro, pero finalmente está todo pasando en estas películas.
Una de las cosas singulares de tu música tiene que ver con la ambivalencia entre la melancolía y los ritmos bailables ¿cuáles son las fuentes de la que se nutre tu música?
Creo que toda la música de esta banda proviene de los lugares más profundos de la memoria. El soul, el blues, el funk, las baladas y el pop son géneros con los cuales nos hemos sentido atraídos desde muy pequeños y respondemos principalmente a ese estímulo de tributar la música que nos gusta desde los primeros años. Es un lenguaje que cargamos desde antes de empezar a tocar y eso me hace mucho sentido. Somos intuitivos, no reflexionamos ni argumentamos mucho sobre las decisiones estéticas pero todos identificamos de qué lugares vienen. Ha sido liberador el camino a descifrar y traducir el mecanismo de los géneros, es quizás lo que más hacemos cuando armamos canciones. Creo que somos de esa gente que le cuesta partir de una hoja en blanco porque somos más melómanos que creadores desbordantes de “originalidad”. Buscamos ser auténticos robando lo que nos conmueve principalmente.
Y las líricas…
Eso en términos de música, sobre las letras, la verdad es que no tengo un plan, ni siquiera un objetivo. Sólo una necesidad inexplicable. Y ese misterio es el que me interesa intentar develar. Es difícil perderse si no sabes para dónde vas, yo sólo intento encontrar caminos dentro de mí mismo. Bifurcaciones entre tanta confusión y complejidad. Sólo definir el punto de partida y ese punto de partida es lo que determina el estado de ánimo de la canción. Para mí es el valor del ejercicio, el intento me interesa más que el resultado.
Has dicho en otras entrevistas que este disco está escrito para tu madre y el anterior para tu padre ¿qué tan terapéutico es escribir canciones y hacer discos?
Yo generalmente convivo con la música en espacios de soledad. Tanto al escucharla como cuando intento hacerla. Y por algún motivo que no entiendo, siento que la música es capaz de salvarle la vida a las personas. Yo recurro a ella cuando creo que ya no queda nada más.
No soy un músico profesional, no hago esto por dinero. Es una necesidad y esa necesidad responde a que me ayuda a ver muchas más cosas que estrofas, coros y arreglos. Me obliga a pasar tiempo conmigo mismo y me obliga a perderme entre los mecanismos del relato, y aunque no sea sobre mí lo que trato de narrar, todo, se impregna de mi mirada. Me gusta el viaje de una canción. Siempre es distinto, a veces es más rápido que otras, a veces es más fácil. Se fracasa mucho, la mayoría de las veces, pero siempre uno encuentra alguna semillita en esos fracasos que dan punto de partida a otras ideas. Otra cosa, siempre me pongo en el plan de que la canción es para alguien en específico (real o ficticio) más que para todo el mundo. Hago canciones porque necesito comunicarme con otros y conmigo mismo. Nunca he hecho una canción por encargo, estoy acostumbrado a decir que no.
¿Crees, entonces, que la canción popular tiene una función social?
No estoy tan convencido de que el mejor arte sea el que conoce bien lo que quiere decir. No me siento muy atraído, en general, por el arte que pretende plantear certezas, por más que como persona coincida con lo que se plantea ideológicamente. Si yo tuviese claro lo que quiero decir mejor mandaría cartas al diario o escribiría columnas. No creo que las buenas intenciones o mensajes humanitarios construyan canciones buenas por defecto, son pocos los que lo hacen con gracia, porque este tipo de creaciones necesita desprender su estética del contenido. La estética debe ser la ética. Yo lo he hecho y no he tenido muy buenos resultados, pero valoro que los creadores sientan la necesidad de hacerlo, porque hay canciones que son urgentes, pero la mayoría de las veces no son las mejores.
Y por dónde opera lo tuyo, entonces, porque por lo menos en mis escuchas tú música cumple un rol…
He aprendido con el tiempo que necesito más de las contradicciones que de las certezas. Me cuesta partir en términos creativos desde sensaciones muy intensas como la rabia. Para mí la melancolía y el romanticismo son más interesantes. El aburrimiento me parece más atractivo que un arranque de furia. No me sale natural que mi música tenga arranques enajenantes, pero eso no quiere decir que como ciudadano no me sienta indignado con el estado de las cosas en este mundo de injusticias. Hoy en día el arte es un privilegio para los que pudieron educarse o que fueron estimulados intelectualmente, porque tenían los medios para hacerlo. A veces creo que los artistas no nos bajamos mucho del podio de las buenas intenciones. Cambiar el mundo debe partir de lo que somos como ciudadanos, de cómo intervenimos los territorios, de cómo hacemos comunidad y para eso tenemos muchas más herramientas.
Y dónde se para la música en ese contexto….
No sé cuáles son los elementos que determinan el rol social de una obra, pero si alguien le pusiera esa etiqueta a un disco en una tienda, probablemente lo pasaría de largo. Los discos le pueden cambiar e incluso salvar la vida a la gente, yo lo sé, y eso es independiente del discurso. No es fácil trazar la línea entre el panfleto y la mirada. Algunos lo hacen muy bien y otros no tanto. Pero hoy en día estamos en una situación en dónde necesitamos responder con todo lo que tengamos a mano, así que todo vale más que mis gustos personales. Yo he estado intentando buscar lo invisible, lo personal, las cosas que no dan plata y que no construyen la historia contemporánea, ni la historia de la música. No creo que haya caminos equivocados si se tiene la rebeldía necesaria para resistirse a la realidad sin dejarla de lado.
¿A qué apunta el nombre Nada pasa en estas películas? ¿Por qué un espacio donde nada pasa podría ser de interés para otros?
El nombre lo saqué de una película de Jonas Mekas. Siempre me he sentido cercano a buscar lo invisible, lo personal, las cosas que no construyen la historia contemporánea, ni ningún tipo de historia. Quiero ir en contra de la dictadura de las tramas, en contra de los grandes discursos y del “tongo” de la épica. Estoy muy orgulloso de ser un “amateur” porque me pone en un lugar más cómodo, el de hacer las cosas por una necesidad espiritual. No me siento especial por hacer canciones y no quiero gritarle a nadie a la cara ninguna verdad.
LAS CANCIONES UNA A UNA
Veinte años
Probablemente la canción más “movida del disco”. La tratamos como si se pudiese bailar en una fiesta de colegio en 1995. Es sobre un reencuentro con un amor adolescente y su fracaso en un mundo muy distinto.
El sur
Teníamos a los Jackson 5 en mente. Quería contrastar la letra con el tono de la música. Una canción para terminar bailando a pesar de la tristeza dijo alguien por ahí.
Noches como ésta
Una de mis favoritas. Un blues medio “acuecado”. Es la única canción del disco que no parte de mis propias experiencias.
Cargadito a la ternura
Una canción chiquitita con guitarra de palo, armónica y contrabajo.
La balada de Tomás Ramos
El solo del Pablo es pura elegancia.
Teruca
Me gusta cómo quedó registrada. La tocamos con onda, se nota la interacción de los músicos en el mismo espacio. El arreglo de brasses del José Moraga la hace muy especial. Cuento aparte la trompeta en la coda del Tomás Díaz.
Es pal frío (más que nada)
Nos encanta tocarla en vivo. Es sobre evocar fantasmas sin razón. Una mirada interior a la melancolía.
Vuélame
Es la canción que salió después de escupirle la cara a la muerte. Es la que más me cuesta tocar.
Créditos – Nada pasa en estas películas – Pavez y los Inseguros
Grabado en Estudios Robot por Pablo Muñoz y Sebastián Valdovinos (Estudios Fábula).
Grabación adicional en Armónico Pro por Jan Franco Stamatiu.
Mezclado en Estudios Robot y Armónico Pro por Pablo Muñoz.
Masterizado en CHT Estudios por Chalo González.
Arte de Jota Ampuero aka @yey_si
Esta vez, a los Inseguros se sumaron otros intrépidos inseguros cuyos aportes han hecho crecer este disco:
Rodrigo Muñoz: Guitarra acústica en El Sur, Noches como ésta y La Balada de Tomás Ramos.
José Moraga: Arreglos y trombón en El Sur y Teruca.
Tomás Díaz: Trompeta en El Sur y Teruca.
Eduardo Acuña: Teclados en 20 años, Noches como ésta y Es pal frío (Más que nada).
Felipe Choupay: Teclados en La balada de Tomás Ramos.
Daniel Bahamondes: Armónica en Cargadito a la ternura..
Constanza García: Flauta Traversa en Teruca.
Letra y música por Pedro Pavez.
Producido por Los Inseguros.
Dirección musical: Rodrigo Quiroz.
Los Inseguros son:
Roberto Lillo: Batería y percusión.
Pablo Muñoz: Guitarra eléctrica.
Pedro Pavez: Voz, guitarra eléctrica y guitarra acústica.
Rodrigo Quiroz: Bajo eléctrico, contrabajo y sintetizador.
Distribuido por MúsicadelSur